I. El enfoque histórico-empírico
I. El enfoque histórico-empírico
En el marco del diseño y la evaluación de los sistemas electorales, un acabado análisis no puede sino iniciarse con una ponderación mesurada de la incidencia de las instituciones en el desarrollo político. Frente
a posturas netamente institucionalistas y otras de corte más “blando” que colocan en el centro de la causalidad a la cultura política, el enfoque histórico-empírico afirma que si bien las instituciones cuentan,
su rol y desempeño dependen de la contingencia política conformada por una combinación de factores de variada índole.
En el ámbito del debate institucional, los sistemas electorales son parte de una triada a la que también pertenecen las formas de gobierno y los sistemas de partidos. Vale distinguir esta última institución
política de las demás, por cuanto -como variable- los sistemas de partidos son considerados una función de las opciones tomadas respecto a las otras dos instituciones. Sería irrisorio decidirse teóricamente por un
determinado sistema de partidos, pues éste es sólo un resultado configurativo. El sistema de partidos responde a las influencias de otros factores, dentro de los cuales sólo algunos son pasibles de cierta intervención
tecnológica (por ej. sistema electoral y sistema de gobierno). Sin embargo, una vez configurados (variable dependiente), los sistemas de partidos generan a su vez una serie de efectos sobre otros fenómenos políticos (variable
independiente).
Mientras el enfoque histórico-empírico tiene plena conciencia de esta complejidad político-institucional, sabe también de las tendencias reduccionistas de la Ciencia Política. Toda aproximación
científica a un objeto de estudio real termina por reducir la complejidad de éste a una serie de dimensiones manejables científicamente. Distanciándose de una perspectiva normativo-abstracta a nivel teórico y de
ingeniería social-tecnológica a nivel operativo, el enfoque histórico-empírico trabaja inductivamente, partiendo de lo real hacia una generalización de alcance medio para volver luego -en el nivel operativo- a la
complejidad del objeto de estudio con una pretención más modesta de consulting político que considera el desarrollo histórico. Así, el diseño institucional en el ámbito histórico-empírico
es de corte particular, atado a lo contextual.
Concomitante a esta posición es la convicción de que no existe ningún sistema electoral ideal, que los sistemas electorales cumplen con distintas exigencias de diferente modo y grado, que en la valoración de estas
exigencias intervienen consideraciones de tipo teórico-democráticas como así también de poder político-partidarias y que la opción por un determinado sistema electoral depende de la ponderación de las
diversas exigencias en relación con el sistema electoral en vigencia en su contexto de funcionamiento específico.
Esta serie de observaciones antecede el esquema de evaluación siguiente y junto a él constituye la obertura del tema de la relación entre sistemas electorales y gobernabilidad.
|