Bola�os: una victoria inobjetable y el desaf�o de sumar poder
Analizamos con Carlos Fernando Chamorro el resultado de las elecciones presidenciales nicarag�enses del 4 de noviembre, la victoria de Bola�os y la "coalici�n antisandinista". C�mo ser� la nueva agenda pol�tica de una presidencia a la sombra de dos caudillos: Alem�n y Ortega
[8 de Noviembre de 2001]
Se estimaba un empate técnico entre el candidato liberal y el candidato sandinista. Considerando los pronósticos,
¿sorprendió el triunfo de Enrique Bolaños?
Ese empate técnico expresaba la dificultad de los encuestadores por hacer un pronóstico certero. Algunos de ellos habían
incluido dentro de sus posibles escenarios una victoria de Bolaños y otros, una victoria de Ortega. Lo que sorprende es el margen con que ha
ganado, y esto se atribuye fundamentalmente al hecho de que hubo un grado de participación masivo en la elección, ya que se esperaba
una abstención mayor y se creía que esto beneficiaría a Ortega, porque sus votantes son más disciplinados y de mayor
convicción. Pero la baja abstención fue uno de los factores definitorios para explicar el volumen del margen; otro factor fue el voto
oculto que se registró en las encuestas, que se correspondió con el patrón histórico de Nicaragua tendiente a votar, al
final, en contra de Ortega.
Ortega ya reconoció su derrota, pero aún así hay escrutadas muy pocas mesas. ¿Por qué es tan lento el
escrutinio en Nicaragua?
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"Afortunadamente el margen de la victoria ha sido tan contundente, que no dejó ninguna duda. Pero no
nos vacunamos en Nicaragua... Si el resultado hubiera sido estrecho como se esperaba, pues no sé qué hubiera pasado" |
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El escrutinio no ha sido lento. Lo que ha sido lento es el procesamiento nacional de los datos por parte del Consejo Supremo Electoral. El
Consejo había recibido las actas pero el procesamiento ha sido lento. Realmente es un Consejo muy deficiente por las desconfianzas internas,
que se dan fundamentalmente por razones políticas partidistas. Ellos, por su parte, atribuyen la lentitud a un problema técnico, de
un software que instalaron para hacer el procesamiento de datos, una cuestión absolutamente injustificable porque en la madrugada del lunes
ya se estaba resolviendo. Aquí lo relevante es que Ortega, aún con el mínimo conteo oficial existente, que no llegaba ni al
10%, admitió su derrota de una manera muy noble, muy democrática, e inmediatamente Bolaños correspondió proclamando su
victoria también y haciendo un reconocimiento a la oposición. Estas son cosas inéditas en Nicaragua: es inédito este
intercambio que se ha producido entre ganadores y perdedores. Algunos hablan ya de una nueva era, aunque yo creo que eso es completamente
exagerado. Yo creo que estos son gestos inéditos, de lo que se trata es de analizar hasta dónde estos gestos se transforman en una
dinámica política nueva, pero obviamente, todavía es sumamente prematuro.
Pensando en cómo el resultado va a impactar en la situación política de Nicaragua, ¿cuáles cree que son
los desafíos de Bolaños y cómo cree que será el funcionamiento del Congreso?
El resultado de la elección no es fundamentalmente diferente al de 1996 y al de 1990. Es decir, se volvió a conformar una
mayoría electoral antisandinista, que Daniel Ortega "convoca" por tercera vez. Básicamente, esa mayoría termina sumando entre
un 50 y un 52% del electorado, y Ortega se queda en el borde de los 43 o 44 puntos. Esto fue posible fundamentalmente porque Ortega era el
candidato de esta parte, y en segundo lugar porque hay un factor del voto del miedo que influyó importantemente como resultado de la
campaña del partido de gobierno, que utilizando también el "factor 11 de septiembre" y los mensajes y la presión de Estados
Unidos.
Bolaños tiene muchos retos por delante, pero el primero es cómo posicionarse frente al nuevo Congreso. Las estimaciones
preliminares le dan al partido de gobierno 49 asientos, al Frente Sandinista 42, y al Partido Conservador uno. Otras estimaciones le dan 3 al
Partido Conservador, pero esto no va a cambiar el peso de las dos bancadas mayoritarias. Bolaños era un invitado del Partido Liberal a ser
candidato presidencial, y ahora es un Presidente que no controla a su partido, sino que lo hace Arnoldo Alemán, así como al
sandinismo lo controla Daniel Ortega. O sea que el primer desafío de Bolaños es demostrar flexibilidad y habilidad política
para lidiar con ese parlamento que no está sometido a su control, a fin de poder negociar con él la implementación de su
programa de gobierno y su agenda.
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"Su primer reto es cómo posicionarse frente al nuevo Congreso: Bolaños era un invitado del
Partido Liberal a ser candidato presidencial, y ahora es un Presidente que no controla a su partido" |
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¿Cómo queda la situación de Arnoldo Alemán frente al triunfo de Enrique Bolaños?
Alemán queda muy fuerte porque él es líder de su grupo parlamentario, es decir, como presidente saliente va a tener un
asiento en el parlamento. Queda como líder del grupo parlamentario pero queda en una situación en la cual tendrá que competir
con liderazgos emergentes dentro del propio Partido Liberal, y obviamente el "bolañismo" empezaría a cobrar vida a partir de que
Bolaños asuma como Presidente. Hay algunos gestos, algunas señales interesantes, pero por el momento solamente son gestos. Por decir
algo, el momento en que Bolaños proclama la victoria hace un discurso con una cantidad de agradecimientos con mucho detalle, a su equipo, a
los partidos aliados, incluso le hace un reconocimiento al Frente Sandinista, y no menciona al propio líder del partido, el presidente
Arnoldo Alemán. Y hoy mismo Bolaños dijo en la televisión que no le gustaría que Alemán fuera el nuevo
presidente del Congreso. Pero bueno, son tanteos por el momento. Existe una real expectativa en el país sobre cómo se va a
estabilizar políticamente el nuevo liderazgo tomando en cuenta de que habrá tres fuerzas: el gobierno, el grupo de Alemán como
poder político en la Asamblea, y el grupo sandinista.
¿Bolaños intentará desplazar a Alemán?
Es obvio que Bolaños va a intentar, utilizando el beneficio de la presidencia, ejercer alguna clase de influencia sobre el partido. Pero
éste es un partido que ha sido construido a imagen y semejanza de Arnoldo como caudillo, y no será fácil arrebatarle su
control e influencia total. En todo caso es una competencia que recién va a empezar, y va a depender de la fuerza que cada quien tenga. Ya,
de hecho, trabajaron juntos antes en el gobierno y en esa ocasión Bolaños se acomodó a Alemán, en una situación
de desventaja. Ahora la situación cambia un poco para Bolaños porque siendo Presidente tendría él un poco más de
liderazgo. Pero todo esto es extremadamente prematuro. Lo que sí puedo decir es que el país hoy está en un estado de
ánimo de darle a Bolaños el beneficio de la duda. Su triunfo fue inobjetable, irrefutable, y por lo pronto en este instante se quiere
creer que Bolaños puede lidiar con esta situación y mover el país en determinada dirección que no significa su
parálisis. Ahora, esos son buenos deseos. El tiempo lo va a decir cuando nombre su gabinete, cuando envíe sus primeras iniciativas,
cuando demuestre qué grado de flexibilidad política tiene para poder lidiar con esta situación.
Hoy decía Sergio Ramírez, en un análisis en un periódico, que Bolaños tendría que apoyarse en la
sociedad civil. Ese es otro interrogante: ¿quién es el apoyo de Bolaños? Hoy tiene él una base firme y fundamental que
son las empresas privadas; el capital lo apoya. Pero la sociedad civil está esperando a ver qué señales da Bolaños. Por
otra parte, los partidos políticos están a la espera.
¿Cuáles son las expectativas económicas a partir del triunfo de Bolaños?
No hay señales de incertidumbre económica. Pero aún así las reservas del Banco Central, según hoy me entero,
sufrieron una pérdida importante. La situación económica del país es precaria. Obviamente Bolaños tiene
más condiciones para poder administrarla que Ortega, pero el margen no es muy flexible como para poner en marcha muchas de las cosas que
prometió. Es decir, este es un país que está saturado de expectativas que no van a poder ser cumplidas, por lo tanto
Bolaños tendrá que dar algunos golpes de efecto político para renovar su legitimidad. La gente está esperando
señales de él en el ámbito de la corrupción, que fue uno de los compromisos que asumió al final de su
campaña. Realmente no creo que nadie esté esperando grandes impactos económicos en el corto plazo, porque eso no es viable.
Hay que restituir el clima para la inversión y eso tendría un impacto a mediano plazo; en el corto plazo no se espera nada desde el
gobierno.
Antes del 4 de noviembre se plantearon dudas sobre la transparencia electoral en Nicaragua, respecto del escrutinio y por la
composición política del Consejo Supremo Electoral, lo que pudo haber puesto en jaque a la democracia en el país. Sin embargo,
pareciera que la elección fue normal. ¿Se ha superado el problema?
Afortunadamente el margen ha sido tan contundente -estamos hablando de 10 a 12 puntos- que no dejó ninguna duda. Y desde el principio
estaba claro que esa era la tendencia electoral, por lo tanto los conteos han sido satisfactorios. Aún así el Consejo no
funcionó apropiadamente. Todavía no nos vacunamos en Nicaragua de lo que creíamos que iba a ocurrir, ni sabemos qué
capacidad tendríamos con este Consejo Supremo Electoral para lidiar con un margen estrecho. Afortunadamente no tuvimos que pasar ese test
todavía. Simplemente se repite lo que ha ocurrido en Nicaragua en las dos elecciones anteriores: tenemos márgenes del 10% de
diferencia entre el ganador y el perdedor y esta vez ha sido aceptado de manera más tranquila y más calma, la votación se
llevó a cabo en orden, y eso no es nuevo ya que nunca ha habido desorden a la hora de las votaciones -los problemas han ocurrido a la hora
del conteo de los votos. Probablemente en este caso, los dos partidos tenían un ejército de fiscales y una
sobrerrepresentación a nivel de las mesas y las diferentes instancias electorales. Eso funcionó y como el resultado no fue tan
ajustado, los representantes del Frente asumieron la derrota. Pero si el resultado hubiera sido estrecho como se esperaba, pues no sé
qué hubiera pasado.
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