Caracter�sticas del electorado porte�o
Por Rosendo Fraga
[31 de Julio de 2003]
Históricamente, los porteños se han caracterizado por una constante: la de ir a contramano del resto del país.
Ya desde los inicios del proceso de independencia, Buenos Aires fue un centro de poder político resistido por el interior y el núcleo "progresista" frente a una periferia más conservadora. Este conflicto fue el origen de la cruenta guerra civil que ensangrentó al país durante la primera mitad del silgo XIX. Normalizado el país, los grandes líderes políticos, fundadores de los movimientos políticos mayoritarios, Roca, Yrigoyen y Perón, fueron en general resistidos por la Capital, donde tuvieron derrotas electorales resonantes.
En lo ideológico, estuvieron más a la izquierda o fueron más "progresistas" que el resto del país. En 1904, fue electo en la Capital el primer diputado socialista de América Latina, el joven Alfredo Palacios, quien casi medio siglo después vuelve a ganar el distrito como Senador socialista con apoyo del comunismo.
Fue el único distrito en el cual el peronismo no puede ganar en 1973, lo que originó tres décadas atrás el surgimiento de Fernando de la Rúa y más recientemente, fue el único distrito donde perdió Carlos Menem cuando fue reelecto en 1995 y además el único que llegó a ser gobernado por el FrePaSo, con Ibarra en 2000.
Es un distrito muy politizado en términos de opinión, pero no necesariamente en cuanto a participación partidaria. Los porteños están más informados de política que el promedio de los habitantes del interior del país y ello suele sorprender a los visitantes extranjeros, cuando suelen escuchar enjundiosas interpretaciones políticas y sociológicas por parte de los taxistas.
La Capital Federal, también es un distrito en el cual hay más discusión ideológica. Por tener un mayor desarrollo social y cultural, hay menor clientelismo político que en el interior del país.
Pero los comités son más concurridos, la participación en las internas partidarias no es mayor que en el interior y en 2001, cuando el "voto bronca" se transformó en una expresión de reclamo político, fue el distrito del país en el cual obtuvo el porcentaje más alto.
El porteño es un ciudadano politizado en términos de información y discusión, pero también muy crítico y desconfiado respecto a las estructuras y partidos.
Durante más de un siglo, la política porteña no tuvo entidad propia en el plano nacional.
En 1880, al nacionalizarse la ciudad de Buenos Aires, existió una decisión política muy concreta de anular la entidad política propia del distrito, para evitar que reincidiera en los históricos conflictos con el interior, que habían derivado en guerras civiles y revoluciones.
A diferencia de los gobernadores, que tenían poder y entidad propia por el voto, el Intendente porteño era un delegado designado por el Presidente, secundado por un Concejo Deliberante sin verdadero poder y por lo general muy desprestigiado. Además, como por lo general el Presidente había perdido en la Capital las elecciones nacionales por la histórica tendencia de los porteños a votar contra la tendencia nacional, y era políticamente débil, al no representar el sentimiento político mayoritario.
Este sistema cambia con la reforma constitucional de 1994, que establece la elección directa del Jefe de Gobierno de la Capital. El primero que es electo, De la Rúa -en 1996- se convierte en el Presidente siguiente en 1999, ratificándose la entidad política de distrito, anulada durante más de un siglo.
Además, el Vicepresidente de la Alianza -Chacho Álvarez- era también una figura política porteña, ganador en la elección de constituyentes de 1994, situación que lo transformó en figura política nacional.
La fórmula de la Alianza, fue típicamente porteña y no fue casual que llegara al poder después que se le otorgara la autonomía política a la Capital.
Las virtudes de los porteños en términos políticos están en su mayor apertura al cambio y la renovación, pero su defecto es olvidar al resto del país y por esta razón, al comenzar el siglo XXI, la política en este distrito sigue siendo muy particular y diferente a la del resto del país.
Figuras como Mauricio Macri, Aníbal Ibarra, Patricia Bullrich y Luis Zamora, quienes hoy ocupan el centro de la escena política porteña, reflejan esa originalidad, pluralidad y especificidad de la política porteña, pero también son expresiones que no parecen tener demasiado correlato o analogías con la política que impera en el resto del país.
En este contexto, el presidente Néstor Kirchner se apresta a jugar un rol en la campaña electoral porteña a favor de la reelección de Aníbal Ibarra. La razón es clara: si Macri gana en la Capital, se convierte en un adversario potencial para el 2007, cuando el actual Presidente aspira a su reelección.
El rol de Kirchner se haría sentir en la segunda vuelta, es decir en las tres semanas que van del 24 de agosto al 14 de septiembre. Probablemente, el Presidente intentará plantear esta elección como una suerte de "batalla final contra el menemismo", buscando identificar a Macri con esta corriente política, en el distrito en el cual el ex presidente siempre fue débil.
En conclusión, es probable que el 24 de septiembre los porteños tengan que optar entre una propuesta político-ideológica representada por Ibarra y una de corte pragmático, que sería la de Macri. Pero para Kirchner, ante todo, lo que estará en juego será su proyecto de poder.
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